Les quise escribir una entrada de cómo me siento y no me salió nada. Al parecer soy mucho más bueno escribiendo cosas serias o tontas que de lo que realmente me acontece. Justo ayer estaba en terapia y mi psicóloga me mencionó que últimamente podría haber estado tan distraído por la gran cantidad de pensamientos que tengo en la cabeza… ¡AL MISMO TIEMPO!
¿Han estado ustedes algún día en una situación en la que se sienten tan bien que no pueden con ustedes mismos? Yo sí… o les ha pasado, por otro lado, que se sienten tan mal que no pueden levantarse de la cama y desean no haber despertado. ¿Les han pasado ambas el mismo día? Es más o menos como puedo resumir los últimos dos años de mi vida, un vaivén. Es algo muy cansado después de un tiempo, es jamás bajarte de la montaña rusa, pero sin ganas de haberte subido en primer lugar. Es no saber cómo te sientes en verdad, es confusión.
A pesar de que he estado trabajando en mí y que no puedo negar en absoluto un avance tremendo, prueba de ello es este blog, que no habría comenzado si las cosas fueran como antes, debo decir que las últimas dos semanas he caído en un bache del cuál aún no he logrado salir. Hoy, en mi reflexión matutina, mientras no quería levantarme, me di cuenta que me sentía triste, y lo primero que hice inconscientemente fue tratar de dejar de estarlo, dado que al menos hace tres semanas me sentía muuuuy bien, todo era muy estable, tenía energía, motivación de hacer todo lo que quisiera hacer, etcétera. Ahora que la energía, la motivación y la estabilidad se rompieron, busco sentirme bien a la fuerza por miedo a caer de nuevo, y mi forma de hacerlo es huyendo de la emoción. Lo he hecho equívocamente. Al tratar de huir, más se adentra, más me frustra; pero es que en verdad le temo a volverme a hundir. No quiero que suceda, no quiero estar ahí nunca más.
Decidí dejar de correr de la tristeza, así que les escribí esta entrada desde lo más genuino de mi ser, sin motivación de escribirles algo más, pero tratando de compartirles mi experiencia. Jamás quieran hacerse creer a ustedes mismos que están bien cuando no lo están, es mucho más dañino que dejarse sentir emociones “negativas”. La gente que me conoce sabrá que en algún punto creyeron que soy una persona que transmite tranquilidad, cuando en realidad por dentro siempre he sido una bomba de estallido continuo. Bien dicen que es mejor que te sangre el chipote cuando te das un chingadazo.
Jamás dejen que les llamen “tóxicos” o “tóxicas”. Esa palabra tan de moda es un horrible adjetivo para alguien que probablemente esté sufriendo y su manera de comportarse sea esa forma non grata de hacerlo.
Por hoy me despido y les mando un fuerte abrazo. Esta entrada de hoy es para mí, retomemos las dedicaciones la siguiente semana.
Siempre trabajen en ustedes, un mundo tan roto no amerita menos.
Bai
Tragedias literarias 